En un momento de la historia donde el concepto del éxito se ha universalizado relacionado con lo material en lugar de lo espiritual, en un momento donde a la gente le gusta aparentar y figurar, en un momento donde no importa lo que le pase a los demás, la corrupción se vuelve un mal de la sociedad.
Nos encontramos entonces políticos y ladrones de guante blanco que viven su momento de gloria sin disimular, personas que se aprovechan de otras para poder comprar cosas y consumir felicidad, empresas sin alma que utilizan manos para producir y crear necesidad, producen esclavos, venden anhelos y estilos de vida superfluos.
Nos encontramos millonarios del 1%, nos encontramos personas muriendo por no tener alimentos, nos encontramos el mediterráneo lleno de cuerpos, nos encontramos intelectuales convertidos en refugiados y empresarios convertidos en presidentes del gobierno.
Hoy me despierto con los escándalos de Gürtel en los noticieros, donde no hubo un sólo político correcto. Siento que la naturaleza humana es fácil de corromper y un ser humano normal, rodeado diariamente de esta fauna y manera de actuar, es fácil de influenciar.
Pero por otra parte, los medios de distracción pública nos comparten la noticia de la casa que se ha comprado el dirigente de Podemos. Se escuchan críticas de todos los colores y en todos los términos. Hay gente que defiende que lo ha hecho con el sudor de su frente o la ética del límite de sueldo en su partido político, que es algo inaudito.
Pero sin duda, es un tema de coherencia. Nada más una visita a la chacra de Pepe Mujica para ver como vive esta palabra que tanto nos cuesta. Nada más un viaje a Mani Bhavan en Bombay para sorprenderse con la sencillez de la estancia donde Gandhi pasaba sus días en la ciudad.
Dos ideas y dos palabras para conversar, para trabajar en familia, en las escuelas y las empresas por igual. Dos grandes retos del mundo mundial.
¿Cómo podemos combatir la corrupción, este pecado mortal?
¿Cómo podemos promover la ética y la coherencia en nuestra sociedad?
