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O vives el momento o lo fotografías


En este año he vivido varios momentos singulares, donde me he dado cuenta que soy de esas personas que prefieren vivir la experiencia, estar presente, disfrutarla consciente. Prefiero inmortalizarla en mi cabeza y mi corazón a una foto para el tablón. Se que las fotografías son recuerdos bonitos, que luego me permiten contar historias a mis sobrinos, pero también decido que hay momentos que son importante vivirlos.

Al estar por primera vez delante de una ballena, no pestañeo, se para el tiempo, disfruto como un niño, estoy atento. Después regreso a la orilla y a veces me entra el remordimiento, pero siempre encuentro a alguien que tomo una foto del momento. Se que es un sueño hecho realidad, que muchas personas querrían imitar, fotos bonitas para lograr muchos likes, pero prefiero contemplar.

Estos días estoy compartiendo el primer viaje de Wisdom a España, estoy concentrado en disfrutar cada pequeño gesto, momentos inolvidables que no pasarán de nuevo, me olvido de las fotos y los recuerdos, quiero retenerlos y guardarlos en el compartimento secreto, ese que nuestro corazón tiene para las experiencias que no caducan con el tiempo. Son cosas geniales que si pestañeo me las pierdo, que si le pongo el flash o hago selfie no lo veo, que si encuadro o alejo no me entero. Prefiero dejarme llevar y contar la mitad.

No me gusta hacer ni salir en las fotos, pero quiero tener algún registro ya sea por trabajo o por recuerdo, aunque en el momento lo detesto. Quiero estar 100% dentro, sentirme auténtico, no verme posar para inmortalizar, no verme fingir una sonrisa o colocarme para que todas las fotos salgan iguales de abajo arriba, tampoco me gusta utilizar Instagram. Entiendo que las modas cambian y que esta herramienta me ayuda para inspirar, para llevar mi mensaje más allá, para conectar con una comunidad. Pero no estoy dispuesto a vender mi libertad, a compartir toda mi intimidad, a dejar de estar presente para comunicar, a pensar en la foto más que en los otros. Se que lo hago fatal, que casi no me sigue gente y tengo mucho que mejorar, pero prefiero ir despacio para poder ir hacia atrás, para diseñar las lineas rojas que no quiero cruzar.

Entro en Instagram cada día y me flipa. Muchas chicas vendiendo su cuerpo y muchos que miran, fotos familiares y muy intimas, pero yo no quiero meter a mi familia. Mis sobrinos o amigos los disfruto fuera de las redes, llevamos nuestro estilo sin esperar que nos sigan, no quiero fingir nada para la galería, protejo mi vida.

No detesto la tecnología pero veo mucha gente perdida, que vive vidas artificiales en las redes y se siente vacía, que a pesar de subir fotos todos los días no encuentra la alegría. Empiezo a entender que ya es parte de nuestra vida, que genera valor y bien usada es nuestra amiga, así que simplemente intento no dejarme dominar por ella, tener el control para no engancharme desde el sillón, también buscar estrategias para la desconexión.

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