Acabo de aterrizar en Madrid, un viaje improvisado, una oportunidad laboral que no puedo dejar escapar. Aprovecho y alargo un par de semanas mi estancia, para participar en una convocatoria de líderes sociales que se desarrolla en España. Es la primera vez que salgo de viaje desde que soy padre, es la primera vez que me separo unos días de mi hija Lucía, nunca pensé que tan pronto ocurriría.
Hoy la llame y conversamos vía WhatsApp, fue bonito verla sonreír, es una bebe y no habla mucho, pero hacemos nuestras bromas y reímos juntos. Por una parte me siento un poco irresponsable, tan poco tiempo juntos y ya me voy al otro lado del charco un rato. Dejo a su madre sola ocupándose de sus cuidados, perdemos este valioso tiempo de juegos y cuentos que no podré recuperar con dinero. Por otra parte siento que estoy haciendo lo correcto, siento que estoy haciendo lo que debo hacer, quiero transcender.
No soy un padre normal, que trabaja durante el día y llega en la noche cansado a leer unos cuentos antes de acostar a su hija, que gana mucho dinero y los fines de semana sale de paseo, que viaja y trae regalos a casa, que ahorra y compra casa… no se si será mejor o peor, simplemente sigo mi instinto. Mi estilo de vida se alinea a mi propósito, estoy comprometido con elevar la conciencia de las personas como camino para construir un mundo más humano, un propósito a 50 años.
Por tanto, necesito viajar a lo largo del año, espero que Lucía me pueda acompañar en cuanto crezca un poco, enseñarla a ver el mundo con otros ojos. Considero importante que viva experiencias de aprendizaje a través de los viajes, que converse con personas de otros países, que conozca otras religiones, que observe las diferencias de colores de piel o costumbres de nuevos lugares de día o al anochecer.
Es otra forma de educación, con el objetivo de que adquiera una visión global, que se convierta en una ciudadana del mundo, con sensibilidad y compromiso social, con inquietudes y ganas de genera un impacto positivo en la sociedad. Eso es lo que deseo como papa, pero ya se verá, llegará el día en que Lucía volará y vivirá su vida y no la mía.
