Ayer vi una entrevista de Albert Espinosa, no lo conocía pero el nombre algo me decía. Después de escucharle un rato me acorde de la historia. Resulta que hace ya dos años publicaron mi primer libro: Un camino hacia el alma. Cuando recorría las librerías de Madrid para ver si estaba bien posicionado, siempre veía un libro que ocupaba todos los escaparates y las principales estanterías, llevaba por título “lo que te diré cuando te vuelva a ver”, y adivinar quién era su autor, con su portada con la imagen de una playa, que acabe por memorizar y odiar.
La verdad que recuerdo como si fuera hoy el enfado que me produjo, al darme cuenta que los mejores lugares de las mejores librerías los ocupaba siempre el mismo libro, de una editorial grande (grande por su tamaño, porque para grande mi editorial PLATAFORMA, que le pone el alma), con presupuesto y gran esfuerzo de lanzamiento.
Pues si, la verdad es que me caía mal ese tal Espinosa, sin conocerlo sentía que no se merecía ese puesto, lo criticaba como se estira en España, porque pensaba que de esta manera era fácil vender libros, que no me extrañaba que hicieran varias ediciones, que así yo también me hago super ventas y todas esas historias perversas. La verdad es que mi libro pasó desapercibido, había uno o como mucho dos ejemplares por librería, escondidos entre libros de autoayuda, religión, superación… lo que más me ilusionó fue encontrarme uno junto al de Eduardo Galeano.
Tarde un tiempo en darme cuenta que la critica no servía que tenía que entender la movida. Comencé entonces a aprender sobre el negocio de las librerías, diferente al de las editoriales y de como se vendían los espacios y se clasificaban los libros, como entraban en juego los agentes literarios, o comerciales que se encargaban de promover determinados títulos, de como podían devolver libros si no los vendían, del margen y la rotación de los ejemplares, de todo lo que no sabía y tenía que enterarme.
Después del tiempo no me había vuelto acordar de esta anécdota, hasta que lo vi en "Aprendamos Juntos" y vino a mi cabeza. Entendí que es un gran contador de historias, que ha sabido superar una vida difícil y que es capaz de reírse de si mismo y alegrar a otras personas. Ayer lo escribí por twitter, simplemente porque es una de esas personas que quiero conocer, un tinto que quiero tomar, una conversación auténtica que me quiero regalar. Le escribí contándole la verdad, y diciéndole que le perdonaba, pero que sobre todo me perdonaba a mi, de verdad.
No pasa nada por no vender libros, porque haya otros que escriben mejor que uno, porque no me lleven al hormiguero o les interese en el BBVA que comparta mi historia, voy a seguir trabajando porque tengo la convicción de que voy a lograrlo. Sin embargo, si resulta un problema enfadarme, echar la culpa a otros y criticarles, poner la responsabilidad fuera y sentir que no puedo hacer nada para mejorarlo, resulta que ese enfado si genera impacto. Por tanto, voy a observarme, para tratar de controlar cuando mi mente se lance, cuando me convierta en víctima y haga parte de los chismes y críticas… voy a parar, enfocar de nuevo y a volver a trabajar!


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