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El microinfluencer

Ayer hice uno de mis primeros LIVE en Instagram. Parece una tontería pero me hace reflexionar sobre si quiero seguir este camino, si estoy dispuesto a pagar el precio que paga un influencer de verdad por hacer crecer su comunidad, si tiene sentido y está alineado con mis valores y estilo, si está bien, si es lo correcto, si debo seguir con esto.

Por un lado las redes sociales me generan rechazo, en primer lugar porque están diseñadas para atraparnos el mayor tiempo posible, con sus algoritmos que nos conocen mejor que nosotros mismos. En segundo lugar, porque abunda el “postureo digital", es decir, el aparentar que llevamos vidas llenas de glamour y felicidad, donde algunas personas aparecen comiendo un croissant de Lidl como si fuese un Pain au Chocolat en un café de Champs-Élysées. Ni hablemos de Tic Toc y los bailes de moda Creo que me ha pillado viejo esta nueva ola.

Sin embargo, por otro lado las redes sociales me permiten conectar con personas extraordinarias en cualquier parte del mundo, a golpe de un tweet o mensaje directo, provocando conversaciones y nuevas colaboraciones, ampliando mi capital relacional y mi esperanza en la humanidad. También encuentro material inspirador en ellas, ya que al practicar el aprendizaje continuo, voy seleccionando nuevo material, lecturas, entrevistas, vídeos, documentales, etc … Por otro lado, es una herramienta para hacer llegar nuestro mensaje a otras personas, para dar voz a nuestros proyectos y aquello que nos ilusiona, para unir personas entorno a un propósito común, para crear comunidades auténticas donde crecer y nutrirnos como la madre Naturaleza.

Entonces me he lanzado, en primer lugar a hacer una serie de entrevistas a alumnos de nuestro programa The Social MBA. Creo que no hay mejor estrategia de comunicación que un alumno que pueda compartir como ha vivido su proceso. Pero también estoy creando un formato nuevo para nuestra comunidad, The Social Series, donde exploraremos con entrevistas más cercanas, una duración mayor y un diálogo abierto sin mucho guión.

Se que debo luchar para encontrar un equilibro entre borrarme de las redes y la adicción digital, que hoy es la realidad de muchas personas que no lo han podido controlar. Por otro lado, siempre se paga un precio sobre nuestra privacidad, y debo seleccionar bien lo que quiero compartir antes de hacer click. Además, está el tema del directo, ya que no soy un youtuber ni un blogger que vive de esto, no quiero vender la moto sino inspirar a una microcomunidad con la que comparto intereses y nos mueve la curiosidad.


Linkedin es la Red en la que mejor me muevo, estoy conectado con cerca de 7.000 personas, la utilizo como altavoz para mi blog, como herramienta de conexión cuando practico la teoría del tinto, para buscar líderes inspiradores con los que poder explorar alguna colaboración, para compartir eventos o información de valor. En Instagram me falta mucho por hacer, cerca de 4.000 seguidores ya que no soy constante en mis publicaciones. Así que voy a probar, se trata de un experimento social, una línea roja que no he querido cruzar, veremos a donde nos lleva.



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