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La magia de incomodarme


Mis primeros viajes en avión los consideraba una excepción, un verdadero lujo hecho para poetas y músicos. De repente comenzó a convertirse en un hecho habitual, porque desde Colombia no había otra forma de viajar. Recibo atenciones cuando voy a reuniones: que si el café, que si el catering, que si me invitan, que si un postre. Otras veces me recogen en coche, alguien pide un Uber o me hospedo en un hotel. Siento que el día a día a veces me absorbe, aunque trato de evitarlo me convierto en un caballero noble, en un burgués más en el trono de Judas, un comensal con cubiertos de bronce.

Ya sea viajando en autobús, duchándome con agua fría, compartiendo habitación y durmiendo en una litera de un hostel, apretado como una sardina en el transporte público o simplemente caminando a todas partes, son pequeñas incomodidades que me acercan a la realidad, que me permiten valorar más. Es por eso que con el tiempo, he diseñado diferentes técnicas para cada momento.

- La primera es trabajar desde casa la mayor parte de la semana. Así no entro en gastos diarios, compromisos y comidas como algo rutinario.

- Uso ruana por las mañanas, no tengo calefacción ni televisor en casa.

- Procuro organizar las reuniones a media mañana o primera hora de la tarde, para que no se conviertan en desayunos o almuerzos sino simples cafés expresos.

- Muchas veces viajo de noche, para dormir en buses y ahorrarme algún hostel.

- Duermo también en aeropuertos, para sentirme como la mayoría de los ciudadanos que viajan con lo puesto.

- Procuro no facturar equipaje, llevo lo imprescindible en la maleta de viaje.

- Me quedo en sofás de amigos, para compartir con ellos y sentirme joven por un momento.

- Algunas veces ayuno, emulando a Desmond Tutu.

- Me ducho con agua fría, como mis vecinos de Ciudad Bolívar.

- Recogemos agua lluvia, que nos sirve para la lavadora, la huerta y la ducha.

- No uso taxi, a no ser que llegue a una reunión muy tarde.

- Me gusta caminar, es algo que me conecta con el resto de la humanidad.

- Viajo en transmilenio, para dejarme permear por la realidad de los que se suben a vender para ganarse el pan.

- Llevo camisetas para no planchar. No voy a la moda para no gastar. Tengo un par de zapatos que uso prácticamente a diario.

- Lavo los platos después de cada comida, para no tener una persona en casa que nos sirva.

- No voy a muchos eventos, me siento incómodo al ser atendido porque también fui camarero.

- Duermo la siesta en parques y Universidades, sin importarme los que otros piensen sobre mis excentricidades.

- Compro libros y coches de segunda mano, vivo feliz de alquiler en el pueblo de Tabio.

- No pago pensión, no invierto en finca raíz ni me gusta la especulación.

- No voy al gimnasio pero trato de salir a correr por las veredas del barrio.

- Por lo general no consumo en franquicias americanas, no entro lugares como McDonald´s o Starbucks.

- No tengo tarjetas de crédito, pago en efectivo siempre que puedo.

- No me gusta hacer turismo, no me gusta la sensación de convertir las relaciones en una transacción.

No soy perfecto, lograr la coherencia es mi mayor trabajo y esfuerzo. Pero hacer esta lista de la compra, me ayuda a reflexionar sobre estas cosas, pudiendo comprobar si el estilo de vida que vivo es el que deseo, si vivo simple y austero.

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