Tras más de un mes en España regreso a casa, vuelvo a Colombia donde hoy está mi hogar, con mi mujer, tres gallinas y un perro cruzado o criollo como dicen por allá. Es ahí donde ahora esta mi lugar, desde donde trabajo para enviar un mensaje de fe y esperanza a la humanidad. Es Suramérica donde la vida me ha llevado, tomando decisiones y persiguiendo un propósito, visitando comunidades y conociendo líderes, recibiendo regalos y pagando el precio por tener claridad y dedicarme a los demás.
De Colombia me gusta la Fe, la capacidad de superación de su gente, la “berraquera” o perseverancia para montar un negocito y salir adelante, la calidad humana y la hospitalidad, la belleza de las tres cordilleras, las playas llenas de palmeras, la diversidad indígena, las ballenas y toda la fauna espléndida, los saberes ancestrales y lugares sagrados, la pasión por su selección, capaz de unir por momentos la sociedad a pesar de la polarización, los líderes sociales que trabajan por sus comunidades, el colorido de sus calles, las sopas y secos, el aroma del “tinto” o café, la vida en el campo y su realismo mágico.
De Colombia no me gusta la violencia e indiferencia de algunas personas, la cultura del descarte, el odio y rencor acumulado después de 50 años de conflicto armado, la trata de personas y el turismo sexual, las camionetas o 4x4 blindados que parecen tanques de guerra, el engaño y la cultura “Narcos”, los anuncios de “G.I.Joes” o superhéroes que hace el ejercito, las barreras de acceso y el negocio en que se ha convertido la Educación, la gran desigualdad social, la inversión en finca raíz y la especulación, pero sobre todo odio la corrupción.
En marzo cumpliré 6 años al otro lado del charco, agradecido y enfocado en construir país, desde la “Teoría del Tinto” y otras estrategias para servir. Te invito a venir, a que le pierdas el miedo a todo lo que ves en la tele y te compres el billete, el único riesgo es que te quieras quedar, en este rincón del mundo donde todos juntos estamos construyendo La Paz.
