Hace una semana que retome una afición, me puse a pintar con mucha ilusión. Hace muchos años que no dibujo, pero tengo muy buenos recuerdos de mi infancia, donde pasaba horas con el lápiz en la mano y coloreando. Recuerdo con mucho cariño a Pedro, un vecino de la casa de alado, que con mucha paciencia me mostraba la técnica y con sus maravillosos dibujos me inspiraba para lograrlo. Recuerdo especialmente los dibujos de las Tortugas Ninja o de Asterix y Obelix, algunos enmarcados y colgados en la pared.
Después llego el colegio y no quedaba tiempo. Mi creatividad se estanco y solo era capaz de copiar, nada de inventar. Recuerdo mi dibujo favorito, la carita de Mickey Mouse que aprendí a hacer de memoria, y que me ayudó mucho en los proyectos con niños en Ghana y en Colombia.
Ha pasado tiempo, pero una buena razón ha despertado este deseo en mi corazón. Estoy disfrutando mucho la llegada de mi hija en las próximas semanas, comprando vestidos, juegos y libros. Algo muy especial está siendo organizar su cuarto, diseñar unas camas para que puedan también dormir sus primitos y amigos, y mandarlas hacer a un carpintero de Tabio. Pero metidos en canción llegó la inspiración, y decidimos pintar un mural del Principito y otros animalitos para darle colorido.
Me gusta dibujar pero no sabía que sería capaz de pintar un mural. La única vez que estuve cerca, fue un graffitti con una frase de Galeano por el cumpleaños de mi esposa, pero resultó muy largo y casi acabamos arrestados. La ilusión y ayuda de Lulu me dieron la confianza que me faltaba y el resultado es una pared de cuento de hadas.
Esta pequeña experiencia es el aperitivo para los grandes aprendizajes que nos esperan, no solo de Lucía sino de mi mismo cada día. Estoy consciente, estaré atento y voy a disfrutar cada momento.
"El arte se mide por lo que sientes al hacerlo, no por lo que te pagan al hacerlo". Jordi Sierra i Fabra
